domingo, 2 de abril de 2017

EL DIOS ABANDONA A ANTONIO

No se dónde he escuchado aquello de "si un problema tiene solución no es un problema, y si no la tiene, entonces tampoco lo es". Creo que a veces nos preocupamos de cosas que no tienen importancia (me incluyo, por supuesto: a veces es inevitable caer en ello), y no la tienen porque no trascienden al asunto en sí, o a uno/a mismo/a (situación sentimental, económica, ... individual). La cuestión, en mi opinión, comienza a ser relevante, cuando afecta a un conjunto (unido o disperso) de personas. Siendo así, es necesario hacer nuestro camino enfocando nuestra preocupación a problemas colectivos, desde la felicidad individual. A lo mejor muchos no entienden de lo que estoy hablando. Si es así, siento no saber expresar mejor esta idea. 

Creo que el poema que os muestro a continuación, del gran poeta C. P. Cavafis, se encuentra en sintonía, al menos en parte, con lo que he venido diciendo en esta entrada.

Cuando de pronto, a medianoche, se oiga
un cortejo invisible que circula
con músicas excelsas, con clamores -
de tu destino que se entrega, de tus obras
que fracasaron, de los proyectos de tu vida
que tan mal salieron- , no te lamentes en vano.
Como dispuesto desde ha tiempo, como un valiente,
dile adiós a ella, a la Alejandría que se va.
Y sobre todo no te engañes, no digas
que fue un sueño, que fue un error de tu oído;
nunca aceptes tan vanas esperanzas.
Como dispuesto desde ha tiempo, como un valiente,
como te va a ti que de una ciudad tal has sido digno,
acércate con entereza a la ventana,
y oye con emoción, pero no
con súplicas y quejas de cobarde,
como un último goce los acordes,
los excelsos instrumenos del misterioso cortejo,
y dile adiós a ella, a la Alejandría que tú pierdes.

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